Con salida de Tomelloso a las 8.20 de la mañana rumbo a Astorga, 20 horas después llegaron a Sarria y los integrantes de la expedición decidieron ver el pueblo. Tras una cena y el merecido descanso tras el viaje, los integrantes de AFAS (Asociación de Familiares y Amigos de Personas con Discapacidad) emprendieron el primer día de ruta.
El inicio de la etapa estuvo marcada por los fríos 12 grados y las lluvias que no impidieron dejar a nuestros protagonistas estupefactos por los paisajes que se alzaban ante sus ojos. Prados, otros peregrinos e incluso vacas, se convertían en compañeros de esta andadura al grito de “Buen camino” que hacía que Alcázar de San Juan, Herencia, Bilbao, Londres, Italia y Estados Unidos no estuvieran tan lejos si tenías a alguien con quien compartir esos kilómetros. El camino no son los pasos que das, sino las experiencias que sumas, las anécdotas que te llevas y la gente que te marca, y eso se nota conforme avanza la marcha.
La paleta de colores cambia, de la misma forma brusca que cambia la temperatura durante la expedición, llenando de un atractivo nuevo cada paisaje que ves, cada paisaje que cambia al ritmo de los pasos. Nadie quiere quedarse atrás, y es que cada paso alienta más el siguiente. Tras una larga ruta, la intrépida expedición llega a su albergue de descanso, dejando atrás un puente de 20 metros de altura que tenía a sus pies el rio Miño.
Cada uno en el Albergue tiene su función, y como las piezas de un engranaje se complementan unos a otros, todos colaboran, todos ayudan. Las cocineras, miman a los integrantes de AFAS para poder reponer fuerzas tras la larga travesía que ha dejado cansancio y dolores musculares pero el dolor es secundario cuando el camino es la meta.