El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición neurobiológica relacionada con una forma única de desarrollo cerebral, con la cual se nace, y que conlleva desafíos en la comunicación e interacción social, la flexibilidad de pensamiento y comportamiento.
La valoración y orientación diagnóstica en Autismo es un proceso complejo que requiere la recopilación de información de los diferentes ámbitos en los que se desenvuelve la persona.
“Guía de Buenas Prácticas para el diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA)”
El enfoque utilizado se basa en la aplicación de pruebas estandarizadas para el diagnóstico de TEA, como la Escala de Observación para el Diagnóstico de Autismo (ADOS-2) (Lord, C. y cols., 2015) y la Entrevista para el Diagnóstico de Autismo (ADI-R) (LeCouteur, Rutter y Lord, 1994).
Además, se llevan a cabo evaluaciones complementarias que abarcan áreas como la comunicación, las funciones ejecutivas, el desarrollo cognitivo y la conducta adaptativa.
Toda la información obtenida se recopila en un informe que detalla los aspectos más relevantes de la evaluación, junto con orientaciones específicas para fomentar el desarrollo de las capacidades de la persona evaluada.
El Perfil Sensorial es una herramienta que ayuda a identificar distintos patrones en el procesamiento de la información sensorial y su impacto en el funcionamiento diario. Permite comprender mejor por qué una persona prefiere ciertos entornos o experiencias y por qué experimenta desafíos para desenvolverse en otros.
Los resultados que se obtienen a partir de este instrumento nos proporcionan mayor conciencia sobre cómo se perciben y procesan los estímulos sensoriales.
